Juegos de invierno

Día de lluvia o día de frío… Es el momento de liarse la manta a la cabeza (o al cuerpo) y jugar. El mal tiempo se presta a quedarse en la cama, quizá todo el día, emulando por unas horas la gesta de John Lennon y Yoko Ono, que permanecieron en el lecho una semana a favor de la paz.
Podéis encargar comida rápida y calentarla cuando tengáis hambre (echad a suertes quien va a la cocina…) o preparar canapés o sandwiches y disponer en la habitación zumos de frutas o suaves cócteles con frutas o, si os apetece más, café con leche o té o chocolate caliente. ¿Cuánto tiempo podéis permanecer en la cama?
Si tenéis niños, previamente los habréis dejado con sus abuelos o sus tíos o los habréis enviado con un adulto responsable a alguna aventura apasionante o aprovecharéis que se han ido de excursión o de campamentos un fin de semana o un día.

Tiempo para dos
Es importante encontrar tiempo para la pareja. No hay excusas. Por faltar un día al trabajo por una gastroenteritis o pedir un día de asuntos propios, dejar para mañana algunos recados que pueden esperar perfectamente o permitir que los niños hagan su vida sin vosotros, no se va a hundir el mundo.
No os dejéis arrebatar por las prisas y el estrés o por la culpa de “desatender” vuestros deberes.
Es el momento de estar el uno por el otro, de reír, hablar, haceros bromas, recordar las anécdotas recientes y pasadas, volver a sentir, decirle lo que representa para ti, recuperar la costumbre de decir piropos. Contaos lo que os gusta del otro y dejaos llevar por la ternura.


Agrestes y selváticos
Si os apetece algo más salvaje, explorad un juego de rol calentito Envueltos en pieles (sintéticas) cosidas a modo de toscas túnicas podéis ser dos primitivos cavernícolas que exploran el cuerpo del otro a través de las ropas. Podéis tocar a través de los diversos huecos de vuestros atuendos y descubrir algunas partes estratégicas, pero no vale quitarse los disfraces, a menos que podáis arrancaros la ropa con la boca.
Jugad a ser indomables y feraces, batallad en la cama para someter al otro, mordeos con firmeza pero con dulzura para explorar el erotismo de los mordiscos, comunicaos con gruñidos y recuperad de pronto el habla para decir lo que os pone del otro o lo que queréis que haga para excitaros o lo que le vais a hacer…
Todo muy salvaje y primitivo.
Recordad que en cualquier fantasía los detalles son importantes: usad todo lo que se os ocurra para crear el ambiente adecuado.

Tiernos como ositos
Una vela de masaje aromática, algunas plumas, una boa de marabú, una prenda de seda, quizá un masajeador… y muchos muchos mimos.
Debajo de un montón de mantas o un nórdico, empezad a haceros arrumacos y a acariciaros lentamente, sin ninguna intención, sin perspectivas de tener sexo. Desnudaos por turno y observad al otro mientras se quita la ropa hasta que quede totalmente desnudo.
Meteos en la cama, abrazados, y hablad mientras os acariciáis. Pasa los nudillos o las yemas de tus dedos por su espina dorsal para hacerle estremecer, deja que acaricie tu espalda reconociendo tu piel y tus puntos más sensibles. Daos masajes relajantes y caricias por todo el cuerpo.
Es vuestro momento para investigar y llevaros casi al límite con los llamados “preliminares” que podríamos llamar sólo juegos puesto que en el sexo la penetración es un elemento más no el objetivo a conseguir y puede producirse o no… dependiendo de la inspiración.


Bajo el volcán
O delante del fuego a tierra… Amaos sin prisas tumbados sobre una esponjosa manta de imitación piel o una piel sintética gruesa y mullida. Podéis complementar vuestras caricias y mimos sin fin con el lubricante fluido para masaje Laros Bodyglide Sensual, que estira las caricias con su lujoso tacto y hace posible un mayor deslizamiento en la penetración. Dejaos resbalar por la pasión… Cuando llegue el momento hacedlo lentamente con un ritmo sensual y movimientos amplios, sintiendo cómo palpita el sexo del otro.
Si no tenéis un fuego a tierra a mano, caldead la habitación con la estufa. Otra opción es asaltar la segunda residencia en el campo de un amigo, hospedarse en un refugio de montaña o ir a un hotel. Contaréis con el atractivo añadido de la novedad: en un espacio desconocido es más fácil vivir una fantasía.

En invierno, es el momento ideal para quedarse en la cama y hacer subir la temperatura de la pasión.

Fuente: www.lamaletaroja.com
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