Por qué no fingir orgasmos
Ya sabemos que los hombres fingen orgasmos, concretamente un 30% de ellos según un estudio realizado en la Universidad de Kansas, pero las mujeres seguimos siendo las reinas del fingimiento.

Un 92% de las mujeres ha fingido alguna vez un orgasmo, según un estudio de La Universidad Central de Lancaster (Gran Bretaña) y que el 25% de las hembras humanas gritan al tener sexo no por placer, sino por motivar a sus parejas.

No es contraproducente –sino, al contrario- expresarse con gemidos y vocalizaciones diversas para que la pareja sepa que está dando placer y para que se sienta reconocido y aceptado como amante, una de las principales pulsiones que mueven a los hombres.
También podríamos encontrar aceptable –o, al menos, no demasiado dañino- interpretar un orgasmo con una pareja ocasional, por aquello de que no se sienta mal, porque nos hemos equivocado al evaluarlo como amante y somos incompatibles o porque sea uno de esos hombres que quieren batir récords de duración...

Las mujeres fingen por cansancio o porque tienen ganas de dormir, porque les da vergüenza tardar demasiado o porque el hombre presiona para que lleguemos ya o pregunta constantemente cómo vamos.


Sinceridad con un ligue
Aunque se trate de una aventura de una noche, podemos guiarle para que nos dé placer (lo que desean la mayoría de los hombres es complacer a su partenaire sexual), decirle lo que nos gusta o pedirle que nos acaricie de una forma determinada o en algún sitio concreto o hacerle saber que estamos cansadas con un comentario elogioso del estilo: "estoy destrozada, has acabado conmigo" o "no puedo más, eres un hombre muy sexy y sexual" o "eres muy potente"o "eres un tigre" (en la cama y con una sonrisa y tono distendido estas expresiones no suenan tan mal).
Con estas expresiones no es necesario fingir un segundo orgasmo, ni un primero, y él se da cuenta de la situación y puede actuar en consecuencia. Además, quien sabe, igual volvéis a quedar y te encontrarás atrapada en tu propia mentira.

Sinceridad con la pareja
Fingir orgasmos con la pareja, nos lleva a una peligrosa espiral sin fin:

-Si él piensa que lo hace todo bien, seguirá usando las mismas caricias, movimientos y técnicas que no nos hacen felices.

-Acabaremos sintiéndonos como unas farsantes y unas mentirosas (lo somos....)

-Nuestra insatisfacción sexual crecerá a medida que pase el tiempo.

-Cuando hablemos de sexo con las amigas, tendremos que fingir también que tenemos orgasmos o que nuestra vida sexual es genial.

-Cuantas más veces finjamos un orgasmo, más lejos estaremos de experimentarlo.

-Estamos limitando nuestra propia sexualidad y nuestra libertad de expresión.

-Estamos socavando la confianza en nosotras mismas y con nuestra pareja.

-Cada vez tendremos menos ganas de hacer el amor con nuestro costillo. ¿Hasta dónde estamos dispuestas a fingir? ¿Fingiremos también que nos apetece muchísimo comernos a nuestro hombre?

-Se acabará el probar cosas nuevas porque él pensará que con sus acciones y atenciones habituales consigue un 100% de éxitos (y los hombres tienden a ser rutinarios cuando descubren que algo les funciona).

-Si entras en la espiral de fingir orgasmos, cuando algún día desees cambiar tu vida sexual, no sabrás cómo decirle la verdad ni cómo confesar que le has estado engañando. Sin embargo, ese puede ser el primer paso para tu renacer sexual.
Si decides ser sincera, cuéntale los motivos que te han llevado a esta situación: te daba vergüenza, pensabas que no eras normal, no querías que se sintiera mal, estabas muchas veces a punto pero te enfriabas por cualquier motivo y siempre pensabas que la próxima vez llegarías, disfrutas mucho con él pero te falta el punto para llegar a un orgasmo...


-Tendrás a tu hombre engañado y puede que cada vez sea menos… hábil. Si rompes con él condenarás a las otras mujeres con las que se acueste a la insatisfacción (otras fingidoras podrían hacer lo mismo con tu nuevo amor…).

Algunas claves para no fingir
Además de pedir lo que queremos y hacer saber a nuestro compañero lo que nos da más placer o enseñarle cómo nos masturbamos (puede ser muy sexy…), tenemos que aprender a disfrutar del momento y a vivir el sexo –desde el principio hasta el fin- como una experiencia total y placentera; a excitarnos y a excitar; a estimular nuestra sensualidad, y a no vivir el sexo como una tarea que tiene que dar sus frutos o como una carrera en pos del orgasmo.

La cantidad no es preferible a la calidad.
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