Lo primero es crear ambiente con velas aromáticas o incienso con un aroma tentador (como jazmín, rosa o violeta), luz tenue y música sugerente. Si usas una vela de masaje, al cabo de veinte minutos tendrás un cálido aceite con el que dar más placer a tu pareja. La temperatura de la habitación tiene que ser cálida.
Es necesario disponer de tiempo, dedicación y cariño y estar receptivo a las sensaciones del masajeado. Ayuda a desvestirse a tu pareja quitándole las prendas con suavidad hasta que esté totalmente desnudo. Desnúdate también para estar en igualdad de condiciones y para estar preparado/a cuando te toque recibir el masaje.
Dedicación, sensaciones, entrega
El masaje sensual puede empezar pasando las manos extendidas suavemente por la espalda y por puntos más indiscretos que un masajista profesional no tocaría –al menos no de esta forma- como las nalgas, la parte interna de los muslos…
Un masaje sensual puede combinar relajación y estimulación incidiendo en zonas como los pies, cuya manipulación resulta muy relajante y, a la vez, puede resultar muy estimulante.
Tras atemperar todo el cuerpo y sensibilizarlo pasando las manos, las siguientes caricias tienen que ser tenues, apenas leves roces con los dedos o con las yemas que pueden provocar gustosos efectos cosquilleantes. Si las cosquillas son demasiado intensas, aplica un poco más de presión.
Después, masajea con movimientos circulares e insistentes pero suaves de las yemas de los dedos en puntos como la espalda, la nuca, los brazos, las piernas y, dos grandes olvidados que dan mucho placer y un sinfín de sensaciones: el cuero cabelludo y la cara.
Observa las reacciones de tu masajeado: por sus expresiones puedes saber qué zonas le producen mayor placer y cuáles son sus puntos más sensibles. Es una buena oportunidad de conocerle mejor y trazar mentalmente el mapa erógeno de su cuerpo.
Imaginación, estimulación, sensualidad
Usa aceites o cremas para que tus manos se deslicen mejor y para crear nuevas sensaciones. La suavidad y la estimulación son las claves de este tipo de masajes. Puedes usar las yemas de los dedos, la palma de las manos, las uñas, el reverso de los dedos, un plumero, pétalos de flores, una flor, el pelo o incluso, más avanzado el masaje, otras partes de tu cuerpo como el vientre, el pecho o los pezones… Acaricia a tu amante de forma tentadora y juguetona por el pecho, el vientre, pero ten cuidado de dejar los puntos de máxima excitación -la zona genital-, para lo último. Aunque nadie te impide rozarla con las yemas de los dedos o con una flor o con una boa de plumas o con lo que se te ocurra…
El masajeado debe entregarse a sus sensaciones sin pensar en su pareja hasta que sea su turno de dar el masaje. Su participación activa se limitará a informar a su pareja sobre qué le gusta especialmente y sobre la forma en que le gustaría que le tocara.
Cuando quieras cambiar a una zona que no esté a tu alcance, pídele que cambie de postura y ayúdale con suavidad mientras le sigues acariciando. No dejes ninguna parte de su cuerpo sin recorrer.
Beneficios de los masajes sensuales
Los masajes sensuales tienen múltiples efectos beneficiosos sobre la pareja y sus miembros:
-Ambos aprenden a concentrarse en sus sensaciones y a disfrutarlas.
-Facilitan la comunicación.
-Propician un ambiente de relax y de bienestar.
-Fomentan la comunicación entre la pareja y las caricias.
-Ayudan a conocer mejor al otro.
-Desgenitalizan la sexualidad.
-Erotizan toda la piel.
-Crean un ambiente propicio para las relaciones sexuales y disminuyen la ansiedad por el rendimiento sexual.
-Preparan para las relaciones sexuales de forma suave y progresiva, sin prisas.
-Ayudan a relajarse en pareja.
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